Todo negocio inicia con una idea. Esta idea, a su vez, puede provenir de diversas fuentes. Una de ellas consiste en identificar aquellas cosas que nos gustan, que nos apasionan y por las que estamos dispuestos a vencer obstáculos con tal de realizarlas. A esto podemos sumar las habilidades, destrezas o facilidades que sentimos tener (o que personas cercanas a nosotros han detectado) para desarrollar tal o cual cosa.
Dado el gran esfuerzo que implica iniciar y mantener un negocio, resulta vital estar inmerso en actividades que disfrutemos. De lo contrario sería un verdadero martirio enfrentar todas las dificultades y desafíos a los que la empresa se enfrentará y, por tanto, el riesgo de agotarse y claudicar resultaría inminente.
Pero no basta con hacer lo que nos gusta o lo requiere de nuestra habilidad. Es importante que lo que pretendamos realizar responda a una necesidad común de un grupo importante de personas. De lo contrario, el negocio no tendría a quién vender y no sería rentable. Es necesario, además, identificar necesidades insatisfechas que puedan convertirse en oportunidades a ser aprovechadas.
Empiece, entonces, realizando el siguiente ejercicio personal que le permitirá extraer algunas ideas de posibles negocios. Pregúntese:
- ¿Qué me gusta hacer? ¿Qué me encanta o apasiona? ¿A qué suelo dedicarle tiempo porque lo disfruto?
- ¿Qué hago bien? ¿Qué habilidades o destrezas reconozco que tengo? ¿Qué actividades me resultan fáciles de hacer?
- ¿Qué necesita la gente? ¿Qué necesidades he observado que aún no han sido satisfechas o que están siendo mal atendidas? ¿Considero que podría hacer algo para mejorarlo?
Una vez respondidas estas interrogantes, intente encontrar ideas que tengan en común los tres aspectos.
¡Este puede ser el primer paso para encontrar esa idea que logrará dar paso a un negocio exitoso!
